Las voces en el cine — Conoce a Larisa Shepitko
Larisa Efímovna Shepitko fue una directora de cine, guionista y actriz, una de las más increíbles pensadoras visuales del cine trabajó durante décadas del apogeo de la Unión Soviética, donde rompió todos los estereotipos alrededor del cine hecho por mujeres y se alejó de las narrativas patrióticas del cine bélico del momento.
Shepitko nació en Artemovsk, una ciudad en el este de Ucrania. Fue criada por su madre, una profesora de escuela. Su padre se divorció de la madre de Shepitko y abandonó a su familia cuando Shepitko aún era muy joven, cosa que nunca le llegó a perdonar. Esto se refleja en sus obras, ya que Shepitko a menudo trata temas acerca de la soledad y la sensación de aislamiento.
En 1954, Sheptiko se graduó del instituto en Lviv. Se mudó a Moscú con 16 años, donde estudió en el Instituto Gerásimov de Cinematografía (VGIK). Se graduó de la VGIK en 1963, con un diploma de honor por su primer largometraje de ficción Calor (Znoi o Heat), que realizó con tan solo 22 años.
Durante la fase de edición de Calor, Shepitko trabajó con Elem Klímov, quien también era un estudiante del VGIK en ese momento. Klímov le propuso matrimonio a Shepitko, pero esta lo rechazó; Shepitko tan solo aceptó su propuesta cuando aquel le prometió que no trataría de influenciar su obra. Y así, en 1963, Klímov y Shepitko se casaron y en 1973 tuvieron un hijo, Anton.
Klímov, Shepitko y Andrei Tarkovsky estuvieron al frente de la “nueva ola” rusa que floreció bajo el mandato de Nikita Khrushchev antes de la toma de decisiones drásticas en lo relativo a lo cultural en 1967 y 1968. En 1966 Shepitko rodó su controvertido segundo largometraje Alas.
En 1966, Shepitko rodó su primera película postgraduación: Alas (Krylya). Esta película es el retrato de la famosa piloto de la aviación soviética en la Segunda Guerra Mundial, Nadezhda Petrovna. La obra se centra en su vida después de la guerra, y sus dificultades para hacer frente a la vida cotidiana como un personaje anónimo, incapaz de olvidar su pasado y de aceptar una vida tranquila lejos de sus tiempos de fama y acción.
Alas tuvo una dirección de fotografía excepcional, una trama realista y una interpretación estelar por parte de la actriz protagonista Maya Bulgakova hacen de una película extraordinaria, que constituyó la carta de presentación de Shepitko al mundo y que le supuso sus primeros problemas con las autoridades soviéticas.
En 1967, Shepitko rodó la segunda de las tres historias que finalmente compusieron El comienzo de una era desconocida (Nachalo nevedomogo veka). Este proyecto se concibió originalmente como un conjunto de cuatro episodios pero tan solo llegaron a rodarse tres, dirigidos por Andrei Smirnov, Larisa Shepitko y Genrikh Gabay. Pero una vez terminados fueron archivados por la censura alegando que la representación de los bolcheviques era negativa. No se hicieron públicos hasta 20 años después.
A Shepitko le preocupaba profundamente la muerte. Era muy supersticiosa y quiso que le echaran las cartas en Bulgaria en 1978. Inmediatamente después llevó a una de sus amigas a una iglesia cercana y le hizo jurar que, si algo le ocurriera a ella o a Elem, su marido, ella cuidaría de su hijo, Anton.
Poco después, el 2 de julio de 1979, la carrera de Shepitko quedó truncada al morir a la edad de 41 años, en un accidente de coche en una autopista junto a cinco miembros del equipo técnico mientras buscaban localizaciones para Adiós a Matiora. La comunidad del cine soviético quedó desconcertada.
Adiós a Matiora iba a convertirse en el quinto largometraje de la directora. Su esposo, el cineasta Elem Klímov, tomó las riendas del proyecto tras la muerte de Shepitko y lo planteó como un homenaje a la obra de su esposa. Adiós a Matiora (1983) se convirtió en una de las obras clave del cine soviético de la perestroika impulsada por Mikhail Gorbachev. No obstante, la crítica afirmó que “el producto final carecía de la visión única y personal de Shepitko, que se trataba de un punto de vista que no podía replicarse.”
Larisa Shepitko fue rápidamente borrada de la memoria colectiva. Sus películas, hasta hace poco, eran desconocidas y no habían sido restauradas ni homenajeadas. Klímov, de hecho, murió en 2003 sin haber conseguido que fuese reconocida por la Rusia de Putin como el talento artístico y cinematográfico que fue su esposa, Larisa Shepitko.
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Esta investigación se hizo parte de un proyecto escolar transmedia.